martes, septiembre 11

Amado



Podría tocar tus recodos sólo con mi pensamiento. Porque la infamia no logra superar el amor noble que mi henchido corazón siente por ti.

Podría elevar mi canto sin molestar ni turbar tus aguas. Porque tu sendero y tu caudal más allá del camino logran unirse a mi alma compungida.

Podría tomar tus brazos y alzarlos al cielo, rozar el vestíbulo ardiente del que ha creado tus magnificencias. Porque tus manos se sujetan a las mías sin reparo, reclamando a cada minuto lo que de mi boca he declarado.

Podría besar tus montes, inclinar mi oído a tus susurros. Porque sin quererlo, tu suave mano guía mis quimeras y las transforma en fidedignas convicciones.

Podría con mi velo limpiar la sangre derramada sobre tus monturas. Porque mi voz y reclamo son uno solo junto a tu padecimiento.

Podría deliberadamente juntar mi andar con el de tu Hijo, tomar su mano, aferrarla a mis deseos. Porque también es mi Hermano, el que tú has parido bajo las mismas utopías que las de aquel que ha llorado tus lamentos.

Podría comer de tus frutos, deleitarme en ellos. Porque nada me has negado: desde que tengo uso de razón que tu Tierra es mi raíz de esperanza.

Podría beber tu dulce néctar, zumo directo desde tus labios. Porque no habrá nada más certero en mí que tu delicado candor destilando por mis entresijos.

Podría abrazar cálidamente tu cuerpo, tu incesante silueta que por años ha sido mutilada. Porque aunque no pueda abarcarte, daría mi vida gustosa por unirme a ti en polvo y cenizas.

Podría escribirte uno y mil versos, y, sentada en tu roca, leértelos uno a uno. Porque no puedo dejar de pensarte: eres mi inspiración remota e incontrolable.

Porque eres mi Amor...Consumado de días y días; de esclarecidos anhelos y esperanzas.

Mi Tierra…Mi Patria…

Gózate en tu día.