jueves, junio 14

Sortilegio


Apoyado en la muralla y casi perdiéndose en su propia sombra el Viejo se retorció, se irguió y volvió a retorcerse. El Niño sólo podía mirarlo; la luz incandescente no lo dejaba acercarse. Sentía en su cuerpo el dolor, el de su espalda, que lo obligaba a agacharse a ratos, aunque el Anciano no cesaba de repetir que era parte del truco.

-
Acércate…Mírame bien. No temas, no temas pequeño. Todo es parte de la Fuente.

El niño callaba, debajo de la mesa. No podía más que agazaparse y tomar entre sí sus manos cada vez más frías. No había mayor miedo que su propia tentación. Sí, tentación de robarse de una vez por todas esa Luz, que lo afectaba pero atraía en sobremanera, pero que al fin y al cabo era su Luz, la que buscó en cada ciudad, en cada recodo.

-No me acercaré.

-No seas ingenuo, niño. No querrás ver lo que no tienes. La luz es mía, es parte de mi acto. Ve mi sombra, obsérvala, átala a tus sueños, si es que aún quieres sobrevivir.


[Fragmento “Niño del Sortilegio” ]

2 comentarios:

Camila dijo...

Mujer es tan bello ese fragmento
sobre todo el final
amiga
te amo muuuuuuuuuucho
y te extraño tanto
cuando nos vemos preciosa??
juntemonos nos tomamos unas chelitas
y compratimos
por que no puedo extrañarte mas
te amo tanto.

Bndiciones mi vida
tienes un talento gigantescoo.
puras bendicion de Dios
lo que el pone en nosotros.



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Pasa por mi blog
haber si te gusta lo ke escribi.

Mariela Rios Ruiz-Tagle dijo...

Hay talento para rato en este diamante elevado hacia los ecos del espíritu...mucho talento. Estás muy bien encaminada Javierita, sigue escribiendo,
Mariela